En los últimos cuatro partidos se han celebrado once goles en el estadio del Heliópolis, que ya es más una tierra prometida en una temporada de lo más ilusionante para la comunidad verdiblanca. La mano de Quique Setién volvió a notarse ante un Alavés que intentó mandar al infierno al Betis por activa y por pasiva, pero terminó siendo imposible como un amor platónico al que le gusta más el acento andaluz.
Hasta los doce minutos no despertó el encuentro con una ocasión de Sanabria que no llegó a un balón en profundidad, pero el delantero del Betis quiso darle la primera alegría a la grada verdiblanca un minuto más tarde. El ariete apretó el gatillo para rematar con la cabeza un buen centro desde la derecha de Barragán. El balón se coló por el palo largo de un Pachecho que la vio pasar con ojos encantados.
El Alavés no quería quemarse y acabó estrellándose contra Adán. El portero no quería irse del paraíso que esta temporada es el Villamarín y comenzó un recital de paradas para dejar su portería a cero en noventa minutos. Primero fue Vigaray y luego Munir, que se llevó la tarjeta amarilla por pedir un penalti que fácilmente pudo pitar el colegiado el ser derribado en el área pequeña. El Alavés llegó a la segunda parte creyendo en el empate.
Pedraza hizo la guerra por su cuenta y a punto estuvo de ganar la batalla. Se fue de hasta cuatro jugadores, pero Adán sacó su bota su bota a pasear para que la tranquilidad siguiera reinando en el Betis. Minutos más tarde, Manu García remató a bocajarro y de nuevo se estampó contra el muro, aunque la jugada estaba anulada.
Medrán quiso firmar el golazo de la jornada con un disparo lejano de falta, pero no. Adán no estaba para bromas y voló de nuevo. La mala suerte se apoderó del Alavés en una buena contra del Betis. Alexis quiso cortar un pase, pero el remedio fue peor que la enfermedad y el balón acabó dentro de la portería.
El Alavés no bajó los brazos, pero fue el equipo de De Biasi el que acabó alejado del paraíso en el que se ha convertido el Villamarín.