Los jugadores acostumbran a invertir sus millonadas en bienes inmuebles. El caso más característico podría ser Cristiano Ronaldo y su cadena de hoteles de lujo.
Otros ahorran, se lo funden todo en un lustro tras terminar la carrera y terminan con una mano delante y otra detrás copando las portadas de los tabloides deportivos británicos.
Pero hace dos años salió a la luz un caso muy particular, el de Mathieu Flamini, entonces futbolista del Arsenal. Hace nueve años, el francés decidió realizar una arriesgada inversión en una empresa bioquímica.
Invirtió una considerable cantidad de dinero en GF Biochemicals, junto a su socio Pasquale Granata, cuando en el verano de 2008 Flamini se marchó al Milan.
Dicha empresa se dedica a la producción de ácido levulínico, un compuesto químico usado en en la producción de nylon, gomas sintéticas, plásticos y productos farmacéuticos.
Cuando la prensa británica se enteró de este negocio de Flamini en 2017, los tabloides se frotaron las manos. Y descubrieron que la empresa da trabajo a 400 personas y que su valor alcanzaba los 30.000 millones de euros.
Quizá por saberse respaldado por tamaño colchón económico, a Flamini pareció importale poco que el Arsenal decidiera no renovarle en 2016, y que el Crystal Palace sólo le ofreciera un año de contrato.
Ahora, Flamini vuelve a ser noticia por su prueba en el Rayo Vallecano de Madrid. Lo que podría considerarse como una cuesta abajo en su carrera cobra una nueva dimensión gracias a esta información.
Porque aunque sólo le pertenezca la mitad de GF, saberse poseedor de 15.000 millones da muchísima tranquilidad.