Arrancó el Liverpool con mucho ímpetu espoleado por las gargantas de Anfield, apabullando a un Everton que apenas podía mantener la línea defensiva en su propio campo para salir al contragolpe.
El dominio local era total en el derbi, gracias al pobre planetamiento del técnico visitante que se conformaba con buscar en largo a su referencia, perdida en terreno rival.
Demasiadas concesiones para un Liverpool con dinamita ofensiva, aunque el tanto no llegó hasta los últimos compases del primer tiempo.
Salah volvió a erigirse como héroe 'red' y sacó a relucir su talento con una extraordinaria maniobra que aunó talento y precisión, desatando la locura en Anfield.
Minutos después, Mané tuvo la oportunidad de ampliar la distancia en el marcador, pero pecó de individualista y la ocasión se fue al traste.
La reanudación del encuentro no supuso ninguna reacción del Everton, que continuó parapetado en su campo mientras el Liverpool acumulaba jugadas desperdiciadas.
En la recta final del encuentro, un penalti inocente de Lovren castigó a la parroquia 'red' que comenzó a recordar las ocasiones erradas con rabia...
Rooney no perdonó e igualó el derbi de Merseyside ante un Liverpool que quiso y no pudo reaccionar a última hora.