Si a Sabina le robaron el mes de abril, a este Real Madrid también le han robado algo. El equipo de Zidane ha perdido ese mantra que le hacía ganar encuentros cuando estaban perdidos, rescatar puntos de la nada y ese record de partidos consecutivos marcando. La lista sigue, pero hay que resaltar el partido de un Betis ordenado, con las ideas bien claras, salvaguardados por un Adán inmenso y pacientes como para ganarle al Madrid con su propia moneda, un gol en el descuento.
Decía Torres tras perder contra Suiza en el Mundial de 2010 que si analizabas un partido y no sabías por qué se había perdido, es que se trataba de una desgracia futbolística. El Madrid ya lleva tres en casa. Los rivales compiten, pero las ocasiones que acumulan los blancos en el limbo no son propias del temible equipo que lleva dos Champions consecutivas y una Liga de por medio.
El guión de los dos partidos anteriores del Bernabéu se repitió ante el Betis. Al habitual susto inicial le siguió un océano de ocasiones estrelladas en los palos, en Adán y en la grada. Esta vez sí estaba Cristiano, excusa manida tras los empates ante Valencia y Levante.
Al portugués le pudo el ansia. Rebosaba ganas de marcar y remató todo lo que llegó al área, pero hay días que no, y era no. Los accidentes ocurren, pero tener tres de forma consecutiva evoca un problema. Con un Modric sobresaliente, pese a la normalidad de Isco, a este Madrid le habría bastado para superar a un Betis coqueto, ordenado y atrevido, pero con poco gol. En parte, por un paradón sublime de Keylor, bien hoy.
Hubo fases del partido de varios minutos enteros en el área verdiblanca. Pero el Madrid fue perdiendo la fe en sí mismo con el paso de los minutos. Lo que antes era un arte, hoy parece una tortura. El palo de Carvajal, los disparos de Kroos y Modric, las mil y una ocasiones de Cristiano... al que se le hizo demasiado de noche. Ni las arengas del portugués al público, las subidas de Ramos o los intentos de un Bale con más ganas que suerte. Nada funcionaba. Ni Asensio, perdido esta vez.
El galés estuvo a punto de poner patas arriba el Bernabéu con un taconazo antológico que salvaron entre Adán y el palo. Para colmo, Marcelo se retiró lesionado. Al Madrid le crecían los enanos y el Betis, que aguantaba el tipo gracias a los cambios de Setién, empezó a creerse la posibilidad de empatar.
Setién tiene la receta... y Zidane, un problema
Llegaron los minutos finales y sonaron tambores de guerra por la megafonía de Chamartín. El espíritu del campeón buscaba una nueva noche épica, pero ese mantra se ha esfumado. El partido se rompió y el Betis, con gente fresca arriba, atacaba con miedo de encajar en una contra.
Aceptaba el empate, como el chaval tímido y asustadizo que no se atreve a hablar con la chica que le gusta cuando se han quedado solos. Adán seguía salvando y hasta la portería de Keylor se presentaban metros y metros de espacios.
El descuento fue un quiero de Joaquín y un me freno de Tello. Sanabria avisó con un gol anulado mientras Mayoral se estrellaba, por enésima vez, con la muralla de Adán. Y entonces llegó el silencio. Sanabria cabeceó a las mil maravillas un centro de Barragán y puso la bandera verdiblanca en lo más alto del Bernabéu.
El Madrid hincaba la rodilla preso de su propia espada de Damocles. Perder en el descuento y en el Bernabéu, después del recital de victorias con ese mismo guión durante la última temporada y media, marca un punto de inflexión.
Setién, que ya puntuó con Las Palmas, sigue teniendo la receta, y Zidane confirma que tiene un problema. Porque esta vez estaba Cristiano y porque los goles volverán, pero el Barça está ya a siete puntos. La Liga no se para por los deslices de un Madrid que sigue sin ganar en casa tras tres partidos en el Bernabéu. Ver para creer.