Que Inter y Milan ya no son lo que fueron es un hecho constatado. Los dos gigantes del fútbol italiano, que se erigieron en dominadores del fútbol transalpino en los años anteriores y posteriores al 'Moggigate', aún pelean por volver a hacer suyo un 'calcio' que cada vez pertenece más a Juventus y Nápoles y menos al fútbol lombardo.
El derbi de la capital de la región, entre dos equipos que aún hoy comparten estadio -y desilusiones-, llega para rescatar de un inicio muy pobre al Milan o para asentar en la zona alta de la tabla a un Inter que juega como local y que podría poner tierra de por medio con la Juventus si logra la victoria.
Lejos queda aquel derbi de Champions League de 2005 que nos dejó imágenes imborrables con el lanzamiento de bengalas al campo y de todo tipo de objetos -incluidos varios paraguas- a Dida, que cayó lesionado tras ser golpeado por una bengala en una de las acciones más infames de la historia de la competición europea.
Tras el 2-0 de la ida, favorable al Milan, el Inter tenía un posible para remontar en el choque de 'vuelta' en el Giuseppe Meazza. Después del 0-1 de Shevchenko, el partido se puso imposible para los de Adriano, Verón o Zanetti. Un tanto anulado a Cambiasso con 20 minutos aún por disputar hizo estallar a la afición interista, que empezó a lanzar todo tipo de objetos hacia la portería defendida por Dida.
El colegiado del choque, Markus Merk, paró el partido por 20 minutos, dando lugar a la famosísima imagen entre Materazzi y Rui Costa frente a las aficiones 'rossonera' y 'nerazzurra'. El encuentro se reanudó poco tiempo después, pero el lanzamiento de bengalas continuó y una golpeó a Dida, dando Merk el partido por suspendido y abandonando ambos equipos el choque.
La UEFA le otorgó la victoria al Milan por 0-3 y los lombardos se colaron en una final de la Champions que perderían de manera casi inexplicable ante el Liverpool en Estambul. Un derbi que ha cambiado mucho con el paso de los años. Y es que la irrupción de Juventus y Nápoles ha dejado a interistas y milanistas con poco que celebrar.