La iniciativa del encuentro fue del Liverpool en todo momento. Los de Klopp fueron los que dominaron el balón, los que aportaron fútbol ofensivo, los que tuvieron las ocasiones.
Y, sin embargo, la más clara de la primera parte fue un tiro al poste de Robson-Kanu a la media hora que dejó helado al público congregado en Anfield.
En la segunda parte el WBA se plantó mejor sobre el campo, y anuló los ataques del Liverpool, hasta el punto de no conceder prácticamente ni una ocasión de gol en toda la segunda mitad.
A cambio, los 'baggies' tampoco se acercaron a las inmediaciones del área de Karius.
Pese a todo, el Liverpool generó unas pocas ocasiones de gran peligro. Evans y Hegazi salvaron casi bajo palos dos clarísimas ocasiones de gol, para desesperación de Klopp.
El Liverpool experimentó una notable mejoría con la entrada del joven Solanke. El ex del Chelsea entró en el minuto 76 y revolucionó el partido.
En la primera que tuvo marcó gol, pero fue anulado: había controlado el balón con el antebrazo. Intencional o no, el joven pupilo de Klopp estuvo a punto de salirse con la suya.
Ni con su descaro el Liverpool tiró el muro de Pardew, y el encuentro terminó con reparto de puntos y la sensación de que el West Bromwich Albion había jugado mucho mejor sus cartas esta noche.