Once penaltis en cuatro temporadas. Messi no tenía por qué cedérselos, pero lo hizo igualmente. El 'Pichichi' estaba en juego en ocasiones, pero a Messi le dio igual.
Neymar necesitaba ese penalti más que él, ya llegarían los goles. Además, algunos de esos penaltis fueron tan vitales como el último que le permitió tirar, en el 6-1 contra el PSG, el que sería el quinto gol y dejaba la remontada a un paso.
Precisamente, en ese partido Neymar se dio cuenta de que si quería brillar, tenía que alejarse de Leo. Porque él fue el hombre del partido, pero la foto se la llevó Messi, encaramado a la grada.
De esos once penaltis, Neymar falló cinco. Tres de ellos seguidos. Messi se los seguía cediendo, quizá para que marcase de una vez y recuperase la confianza.
Quizá Neymar se haya adelantado a los acontecimientos, o quizá haya pecado de egoísta. Lo cierto es que salió de un club con las jerarquías muy marcadas, a otro en el que se creyó la estrella y resultó ser un gallo más en un corral superpoblado.