A veces, la forma de perder es mucho más dolorosa que la propia derrota en sí. En esta Supercopa, el Real Madrid ha pasado por encima del Barcelona como hacía tiempo que no se veía. Las sensaciones de fin de ciclo son evidentes en el Camp Nou y la marcha de Neymar ha abierto una brecha que amenaza con destruir todo lo construido en esta última y gloriosa década.
Hacen falta fichajes que reanimen a un equipo con las pulsaciones cada vez más bajas. Por edad, por hambre, por físico, por talento y por amplitud. Valverde tiene un vestuario roto y corto de efectivos aprovechables. Messi es un alma en pena y Suárez está al borde de la desesperación.
Piqué habla más de lo que juega e Iniesta representa más de que lo ya es... Ellos son la columna vertebral de un equipo que en ruinas. Y cuando ha tocado reconstruir, les han robado la piedra sobre la que tenían pensado hacerlo.
Lo de Neymar ha reventado los planes de un Robert que se ha visto sólo ante el mercado y ha sido devorado por él. Ahora, entre él y Bartomeu, a cada cual más asustado, buscan soluciones. Más a golpe de talonario que de ingenio.
40 por Paulinho y, tras esta derrota, casi lo que pidan por Dembélé y Coutinho. Porque el club no se puede plantear otra cosa. Se ha hecho prisionero a sí mismo de esa necesidad. Y en todos lados le esperan con los brazos abiertos para hacer buen uso del dinero que dejó el PSG a cambio de Neymar.
En 14 días cierra el mercado, y el Barça ya ha avisado que tiene casi atados a Coutinho y Dembélé. Pero teniendo en cuenta que Verratti iba a llegar y que Neymar se quedaba al 200%, no será tan sencillo cerrar ambas operaciones.
De fondo, la necesidad palpable de que hace falta un central y la sensación de que los 30 kilos de Semedo acabarán en el debe de un Robert al que este cargo le ha venido tan grande como el de la presidencia a Bartomeu.
En casa, la visual de Laporta frotándose las manos y acariciando un gato al más puro estilo de los malvados de cine. Le están poniendo la alfombra roja para volver cuál mesías, de la mano de un Guardiola al que muchos ya aventuran el próximo verano de vuelta.
Por eso esos 14 días son tan importantes. En ellos, el Barça se juega su temporada, Robert su cargo, Valverde sus opciones de llegar a junio y Bartomeu que no le planten una moción de censura antes de que acabe el curso. 222 millones son muchos, pero el equipo tiene demasiadas costuras rotas. Y a estas alturas, ninguna es barata de arreglar. Tocará seguir huyendo hacia delante.