Los regalos para Isco, el carbón para Piqué. Debe ser lo que entendió un estadio de La Rosaleda que desde el repaso a la alineación de España le bajó el pulgar al central del Barça.
Si bien el día previo el ambiente con Piqué parecía calmado, La Rosaleda, rojigualda con pocas veces (y con fuerte presencia de madridistas ante las ovaciones a Ramos y Asensio) la tomó con Piqué durante el encuentro.
Con Isco, situación opuesta. Ovación de gala en la alineación, gritos de "Isco, Isco" y palmas rompiéndose cuando le dio por destruir a un Venegas con un caño que recordó al que le hizo a Verratti.
El defensa recibió apoyos conforme pasaron los minutos y una parte de la grada cantó "Piqué, Piqué" en favor del 'culé. La otra parte disconforme no recibió con agrado este respaldo: pitos para silenciar a los que intentaron mostrarse a favor de Piqué.
A Piqué lo quitaron al descanso y cesó el concierto de viento. Isco siguió recibiendo el calor de los suyos hasta el 65'. Uno fue un villano para muchos, otro fue un héroe para todos.