La del Madrid fue una victoria vista incontables veces. Cuando el rival parece que se le sube a las barbas, el Madrid se convierte en Gulliver para quitarse al liliputiense de encima y aplastarlo sin piedad. Cuando la Real soñó con adelantarse y, por qué no, sumar los tres puntos, va el Madrid y le despierta de la ensoñación a cañonazos. Puro Madrid.
El Madrid ganó como suele. Un día más en la oficina para el conjunto blanco, que quiso ganar con el balón pegado el pie y al final dos de sus tres goles llegaron al contragolpe. No se puede pelear contra la propia naturaleza de uno, como Bale tampoco puede ocultar su ADN.
El partido del delantero galés iba para fantasmagórico, pero Isco lo localizó en una banda, éste respondió a su mirada con una carrera, se merendó metro a metro a Kevin y definió con suficiencia ante Rulli. Un día más en la oficina. Sin hacer nada, un gol que vale mucho.
La visita a Anoeta había activado las alertas de un Madrid que venía de dos empates seguidos. Desde el primer momento el cuadro de Zidane activó el rondo y la Real fue un espectador en primera fila. Premio: a los 20 minutos Mayoral irrumpió entre los mayores para hacer el primero.
La bofetada espabiló a la Real, que quiso participar en el juego favorito del Madrid. En el correcalles el Madrid es el rey del patio, pero así consiguieron los de Eusebio empatar por medio de un Kevin Rodrigues que remató con todo el corazón el centro de Odriozola.
Minutos después la Real quiso repetir maniobra y a punto estuvo de conseguirlo, pero el Madrid no estaba para bromas. Esquivó el golpe y contestó con un directo al mentón. Del posible 2-1 al 1-2. Kevin la mandó al larguero, Isco y Mayoral iniciaron la contra, Llorente evidenció lo tierno que está y el propio Kevin, autor del primero y del 'larguerazo', se la metió en propia puerta.
Gol de Bale y tranquilidad
En el intercambio de golpes el Madrid siempre fue Tyson, pero esto no desanimó a la Real tras el descanso. El conjunto 'txuri urdin' merodeó la portería de Keylor, envió algún aviso y demostró que su coliderato temporal con el Barça no fue producto de la suerte.
Hasta que Bale echó a correr y convirtió en gol el regalo de un Isco que volvió a hacer de hilo conductor con la delantera. Con el 1-3 definitivo, el Madrid puso el reloj de arena bocabajo y la Real sólo quería echar el telón. Así murió el partido de un Madrid que volvió a recobrar el color como mejor sabe contra una Real Sociedad que pagó su valentía y bisoñez.