El mundo era una pecera de cambios y hostilidad constante cuando un empresario y soñador francés decidió que el fútbol imperaría sobre el resto de los deportes de forma arrebatadora. Su imprevisibilidad, su rudeza elegante y su capacidad para atraer a las masas de toda clase social conformaron los ingredientes de lo que hoy día es el deporte rey sin discusión en todos los rincones del planeta.
Jules Rimet ya había fundado uno de los primeros clubes de Francia y no tuvo reparos en asumir los mandos de la FIFA para terminar consiguiendo celebrar el primer Mundial de la historia. La sede sería Uruguay (que había aceptado hacerse cargo con los gastos del desplazamiento de todas las selecciones), donde el fútbol se había instalado como fenómeno tras los dos oros consecutivos en los Juegos Olímpicos previos.
Eso sí, la organización no resultaría sencilla. Confirmada la presencia de países vecinos y colindantes, el reto era llevar Europa hasta Sudamérica. Bélgica, Francia, Rumanía y Yugoslavia fueron los únicos que aceptaron el larguísimo desplazamiento en barco para acudir a la embrionaria cita. La sensible baja de Inglaterra (que declinó la invitación por el despecho de no haber sido elegida sede), potencia del momento, hizo tambalearse a la organización, pero el evento siguió hacia delante. El Mundial ya estaba en marcha con 13 selecciones: Uruguay, Argentina, Perú, Paraguay, Bolivia, Brasil, México, Chile y Estados Unidos aguardaban a los europeos para afrontar el torneo.
La odisea de llegar a Uruguay
La aventura de atravesar el Atlántico resultó inolvidable. La primera odisea consistió en llegar a muelles donde poder embarcar en transportes preparados para el viaje. Yugoslavia necesitó tres días para llegar, sumando después las diversas paradas que se realizaban por toda Europa. Egipto, que tenía previsto acudir a la cita, perdió el transporte y tuvo que rechazar la invitación a última hora. Bélgica, Francia y Rumanía acabaron viajando juntas. Y así, después de una semana de travesía con alguna que otra tempestad de por medio, se arribó a las costas uruguayas. El presidente de la FIFA o el trofeo de la Copa del Mundo acompañaron a las selecciones europeas durante el trayecto.
Y pese a estar más cerca, los mexicanos no cuadraron bien y tuvieron que viajar hasta Estados Unidos para recoger a la selección norteamericana y posteriormente bajar hasta Uruguay en otro desplazamiento movidito. Sin duda, tenía mucho mérito estar presente en esa primigenia Copa del Mundo.
Al fin, fútbol...
El 13 de julio de 1930 se inició esta historia, con un Estados Unidos-Bélgica (3-0) y un Francia-México (4-1). Curiosamente, el primer gol de la historia de los Mundiales también tuvo a un protagonista francés, Lucien Laurent. A los 19 minutos de partido, este trabajador de Peugeot, la afamada marca automovilística, inscribió su nombre con letras de oro en un deporte que por aquel entonces era más hobbie que profesión. Eso sí, la curiosidad sería aún mayor, pues el atacante también se convirtió en el primer portero francés que encajó un gol en la historia de los mundiales, ya que tuvo que suplir al guardameta titular (Thepot) tras lesionarse en el transcurso del partido. Las cosas del fútbol.
Este primer Mundial no dejaba de ser un campo de pruebas. Los errores del novato no tardaron en mostrarse, sobre todo con los horarios. Francia tuvo que disputar dos partidos en apenas 48 horas, después de un viaje en barco que había durado algo más de una semana. Se acabó hundiendo y permitiendo que Argentina conquistara el grupo A de la mano del primer pichichi de la historia de los mundiales, Guillermo Stábile (8 tantos). La polémica no faltó y las crónicas de la época destacan los problemas que hubo en el decisivo Argentina-Chile para alcanzar las semifinales. Pasó la 'albiceleste'.
Yugoslavia había dado la campanda ante Brasil, salvando el honor europeo en un Mundial con claro sabor sudamericano. Los brasileños partían como favoritos, pero se vieron sorprendidos por el combinado balcánico (1-2) y se quedaron fuera de la lucha por el título. Al menos, los brasileños aportaron al jugador más joven del torneo, Carvalho Leite.
Uruguay, que no pudo debutar en el Centenario hasta el segundo encuentro por el retraso en su construcción, pasó con suma tranquilidad a las semifinales. Rumanía y Perú no fueron rivales para la doble campeona de los Juegos Olímpicos.
Estados Unidos completó las semifinales con un particular récord a su favor. Bert Patenaude se convirtió en el primer jugador en anotar un 'hat trick' en la Copa del Mundo (ante Bélgica). Gran debut para un país en el que fútbol tardaría mucho en arraigar. Las semifinales fueron su tope, como el de Yugoslavia. De esa forma, Argentina y Uruguay se citaban en una prometedora final.
No faltó la polémica en la final
93.000 espectadores acudieron al Centenario (abierto hasta seis horas antes de que empezara el partido) para contemplar un nuevo triunfo de Uruguay. Varios diarios de la época reconocieron la presencia de casi 15.000 argentinos en las gradas del mítico estadio uruguayo. Una respuesta sin precedentes para una cita que ya se había convertido en un éxito, el primero de la FIFA.
La tensión se palpaba en el ambiente y el árbitro elegido para disputar la final, el belga John Langenus, reclamó como contraprestación disponer de un barco varado en el puerto y dispuesto para zarpar en cuanto acabara el partido. Por si las moscas...
Argentina se marchó al descanso dando la sorpresa (1-2), pero se acabaron viniendo abajo en la segunda mitad. Varios jugadores argentinos denunciaron la hostilidad por parte de la afición uruguaya y confesaron temer por sus vidas si el resultado acababa siendo desfavorable para el combinado local. "Cuando volvimos para jugar el segundo tiempo 300 militares con bayonetas caladas. A nosotros no nos iban a defender. Me di cuenta que si tocaba a alguien se prendía la pólvora. Entonces les dije a mis compañeros: 'Estoy marcado, pongan ustedes que yo no puedo'. ¿O qué pretendían, que me convirtiera en héroe por un partido de fútbol?", explicó Luis Monti en una entrevista años después.
Mitos aparte, Uruguay terminó levantando aquella Copa del Mundo tras imponerse por 4-2 a sus vecinos argentinos, que pese a la derrota fueron recibidos como auténticos héroes en el país. Los 'charrúas', por su parte, lo celebraron a lo grande. Tanto, que se decretó fiesta nacional al día siguiente de ganar el Mundial.
El Estadio Centenario, sede de la final, se convertía así en la joya de la corona de Uruguay y de ese primer Mundial, pero también se contaron con escenarios como el Gran Parque Central o el Pocitos. Tres campos para la historia de un torneo que daba sus primeros grandes pasos en Sudamérica y que ya había posado la mirada en Italia para dar continuidad en una segunda edición.