El 'manchado' triunfo de Italia en 1934 no fue capaz de frenar la imparable evolución del Mundial de fútbol, que seguía marcado por las influencias de uno y otro, de aquí y allá. Tal y como se planteó en su primer boceto, la sede tenía que retornar a Sudamérica tras su primera experiencia en Europa, pero Francia se apoyó en el poder de Jules Rimet para arrebatarle a Argentina la organicazión del evento de 1938.
El Mundial seguiría en Europa, con las consecuentes renuncias de Argentina y Uruguay, que aún se sentía menospreciada por lo ocurrido ocho años antes. De los 69 países inscritos, la lista se fue acotando entre renuncias, problemas bélicos o eliminaciones en la fase de clasificación. Así hasta dejarlo en 15 equipos: 12 europeos (Francia, Italia, Alemania, Bélgica, Checoslovaquia, Hungría, Noruega, Países Bajos, Polonia, Rumanía, Suecia y Suiza), 2 americanos (Brasil y Cuba) y el primer asiático de la historia (Indias Orientales Neerlandesas).
Guerras, renuncias y primera presencia asiática
La presencia de las Indias llegó casi de rebote. Japón, primer rival en las eliminatorias, renunció por encontrarse en guerra, y Estados Unidos también se negó a desplazarse hasta Rorterdam para disputar el encuentro que le podría dar billete al Mundial de Francia. Así se consumó la histórica presencia de la colonia holandesa.
Las eliminatorias de la época estaban muy marcadas por los condicionantes económicos o los largos desplazamientos, pese a intentar buscarse enfrentamientos cercanos. Cuba, por ejemplo, se plantó en el Mundial después de que Costa Rica y la Guayana Neerlandesa renunciasen por no contar con dinero suficiente. Llegar al Mundial era un ejercicio de supervivencia en muchos de los casos.
Entre las ausencias, destacaban España o Austria, tras su gran rendimiento en 1934. Ambas por problemas en sus respectivos países. La Guerra Civil habái dinamitado a los españoles, mientras que los austriacos contaron con alguna presencia mundialista, pero defendiendo la bandera de una Alemania que ya perfilaba el inicio de la II Guerra Mundial.
Se mantuvo el formato de eliminación directa
El Mundial mantuvo el formato de eliminatorias directas que ya había catado cuatro años antes en Italia. Así, el 4 de junio de 1938, apenas un año antes del inicio de la guerra, echó a rodar el balón (denominado Allen) con un Suiza-Alemania en el Parque de los Príncipes. Gauchel pasó a la historia como el autor del primer tanto en esta cita mundialista. Pese al gol, Suiza acabaría empatando y eliminando a los alemanes en el posterior partido de desempate (aún no existían los penaltis tras el final de la prórroga), con la consecuente indignación de un Hitler que ya tramaba la invasión del mismo país que estaba organizando el torneo.
En el resto de octavos, Francia liquidó a Bélgica (3-1), Checoslovaquia a los Países Bajos (3-0), Cuba, que necesitó otro partido desempate, acabó con Rumanía (3-3 y 2-1), Italia hizo lo propio ante Noruega (2-1) y Brasil se deshizo de Polonia en un espectacular 6-5 en el que Leónidas dejó claro por qué era uno de los mejores jugadores de la época. Anotó tres goles, dos de ellos en la decisiva prórroga y uno descalzo tras perder la bota por el tremendo aguacero que estaba cayendo durante el partido. Wilimoski había empatado en el último minuto y cerró su actuación con cuatro tantos, un póker insuficiente para colarse en cuartos de final.
Leónidas y la 'batalla de Burdeos'
En la siguiente ronda, Brasil volvería a ser la gran protagonista con otro duelo tremendo, esta vez ante la Checoslovaquia de Nejedly, una de las sensaciones del Mundial anterior. La que acabaría siendo conocida como 'batalla de Burdeos' tuvo de todo: lesiones, expulsiones e infinidad de bajas para el partido de desempate. Precisamente el delantero checo sufrió la fractura de un tobillo tras una dura entrada de dos jugadores brasileños, Machado y Procopio, siendo este último expulsado por las protestas. Tras un partido durísimo que acabó con 1-1, ambos equipos se citaron un par de días después para dirimir al semifinalista. Plagados de suplentes y con bajas importantes, Leónidas y Roberto voltearon el gol inicial de Kopecky para darle el pase a los brasileños.
Italia, Hungría y Suecia les acompañarían en semifinales tras eliminar a Francia (en el partido de mayor asistencia de todo el Mundial, con más de 50.000 almas en el mítico estadio de Colombes), Suiza y Cuba. Los magiares empezaban a vislumbrar una generación espectacular de futbolistas y se pasearon ante una Suecia que llegaba de endosarle un 8-0 a Cuba casi sin despeinarse. En la otra parte del cuadro, Italia acababa con Brasil gracias a un tanto de penalti de Meazza, que hizo inservible el gol de Romeu.
Otra vez Italia y la derrota que "salvó once vidas"
Los brasileños se consolaron con el tercer puesto ante Suecia y el honor de contar con Leónidas, máximo goleador del torneo. Para definir al campeón, Italia y Hungría se habían citado en la gran final. Como cuatro años antes, Mussolini no dudó en deslizar una amenaza similar entre el vestuario italiano con su habitual "vencer o morir". Meazza, líder de aquella generación italiana, lo confirmó varios años después.
Esta vez, la 'azzurra' sufrió menos que en 1934 para coronarse como bicampeona del mundo y ser la primera selección que doblaba triunfo en los tres años de historia con los que contaba el torneo (Juegos Olímpicos previos aparte, que le hacían sumar tres entorchados a Uruguay), en ambas ocasiones con Vittorio Pozzo al mando. Piola y Colaussi solventaron en la primera parte y Hungría no pudo darle vida a la final, para 'felicidad' de su portero, que tras conocer la amenaza que acompañaba a los italianos declaró acabar satisfecho de "haber salvado once vidas" con esa derrota.
El fascismo celebró otra victoria y un año después desataban en Europa una de las guerras más cruentas que se hayan visto jamás. Un periodo dramático de la historia que paralizó al fútbol durante 12 años. La normalidad no regresaría hasta 1950, con el mundo aún levantándose entre cenizas y Brasil acogiendo la cuarta edición de una Copa del Mundo que no volvería a parar nunca más.