Las Palmas perdió el norte en Girona. El equipo de Paco Jémez salió magullado de Montilivi después de recibir un buen saco de goles que profundizan en la crisis del equipo canario, que es colista de LaLiga con los mismos puntos que el Málaga.
Fueron dos partes completamente distintas. Al final de los primeros 45 minutos se llegó sin ningún claro domindor y con el Girona ganando por la mínima gracias a un penalti claro sobre Portu. Castellano se pasó de frenada y se llevó por delante al ariete. Y Stuani, sin piedad y con maestría, batió a Lizoain.
Hasta llegar a la primera estocada del Girona, Las Palmas tuvo una buena oportunidad por parte de Viera. El centrocampista buscó sorprender con un trallazo a balón parado, pero ni la potencia pudo con los guantes de Bono. El final del primer tiempo produjo somnolencia.
Cinco goles en 45 minutos
Diez minutos le dejó el Girona de paz a Las Palmas. Diez minutos para intentar empatar un encuentro que acabó en set y partido para el equipo catalán. Pablo Machín metíió músculo y pólvora a partes iguales. Y el partido estalló en fiesta y borrachera de goles.
Mojica decidió coger la moto y dejó atrás en velocidad a Ximo Navarro y Momo para ponerle un centro medido a la bota de Olunga. Cortita y al primer palo. A quemarropa. El Girona comenzó a gustarse y a bailar sobre un verde que pasó a tener una alfombra roja en dirección a la portería de Lizoain.
Borja García se plantó en el área del equipo canario y con un disparo raso puso el tercero en el marcador. A punto estuvo de firmar otro 'chicharro' de no ser porque Olunga tardó demasiado en darle un asistencia que lo dejaba completamente solo. Estaba cantado.
Lizoain, noqueado, controló mal y perdió la cartera. Pagó caro el error tras ver a Olunga celebrar su doblete cuando sólo tuvo que empujarla. Pero había más. Portu se sumó a la fiesta con una picadita que sirvió para hacer el quinto. El sexto, el del set y partido, lo colocó de nuevo Olunga tras un remate fácil en el primer palo. Tres goles en ocho minitos de locura.
El Girona convirtió en fiesta el primer partido de la jornada de este sábado ante un Las Palmas que bajó los brazos, dejó de luchar y sintió cómo una apisonadora le pasó por encima. Música para los oídos de Machín.