Un boquete en un barco, un achique de agua insuficiente y un hundimiento. El Sevilla tuvo suficiente con un acertar en un disparo. Asaltó el estanco, empaquetó la victoria y se marchó a casa. El Málaga se quedó con los brazos en alto, sin cartera y sin esperanzas.
Porque la salvación se le complica sobremanera a un Málaga que arrastra los problemas que evidencia desde el verano. José González ha dotado a su equipo de algo más de empaque, de cierta solidez. Pero a estas alturas seguir en Primera va exigiendo un milagro.
Las matemáticas aún dan la razón al conjunto blanquiazul, quien no obstante terminó el partido en la orilla del Sevilla. Tras el gol de Correa, el cuadro de Montella abrió el campamento en su casa. Su proyecto fue marcar y dosificar esfuerzos, que espera Old Trafford.
El Málaga empezó animoso el encuentro, pero Nolito sacó la varita y le puso una asistencia de diamantes a un Correa que no falló con su remate semi acrobático. 0-1 en el minuto 15. A remar de nuevo.
Muchas intenciones, ningún veneno
Al Málaga le costó sobreponerse del impacto que supuso el tanto de Correa. Ayudó En-Nesyri, un oasis en el desierto. Su entrada reactivó al Málaga y escribió el guion de lo que sería la segunda mitad: unos propusieron, otros se defendieron.
Aun así, Sergio Rico no tuvo que hacer ninguna parada de mérito. Un Sevilla bien pertrechado bastó para contener a un Málaga que se fue diluyendo. La entrada del ex blanquiazul Sandro echó gasolina en el caldeado ambiente. Otros tres puntos que vuelan de La Rosaleda.