Si de esta final dependiera la continuidad de Wenger en el Arsenal, el entrenador francés habría vuelto a suspender el examen para estirarse un poco más en el cargo. Guardiola, que conquistó su primer título en Inglaterra año y medio después de su aterrizaje, anuló por completo el plan inicial de su rival, que se topó con Bravo y con sus propios errores de pardillo.
Entró con ganas el Arsenal, que tuvo una doble ocasión de Aubameyang para adelantarse en el marcador, pero se topó con otro doble pie milagroso de Bravo para evitarlo. Y ahí se acabó todo lo que el equipo 'gunner' tenía que decir en ataque. Se lesionó Monreal y los de Wenger se diluyeron por el sumidero de un partido que dominó el City hasta el final.
Un saque de puerta de Bravo dejó en evidencia a los tres centrales del Arsenal, que no supieron frenar a Agüero, listo cual lince para cogerles la espalda y superar a Ospina con una vaselina que le ha picado otro billete para ser el '9' titular de Argentina en el Mundial.
Error infantil y golazo de Agüero
El 0-1 rompió los esquemas del Arsenal y puso el tablero tal y como quería Guardiola. Controló y manejó los tempos del encuentros hasta que el 0-2 cayó por su propio peso. Un córner hacia la frontal indefensa que remató primero Bernardo Silva y después Kompany para batir a Ospina. Ya había avisado antes el capitán, que supo controlar a Aubameyang y encima hacerse fuerte en el área contraria.
Fue a jugársela Wenger y cuando tomó la decisión, se encontró con el 0-3 de Silva, que aprovechó un pase de Danilo para cruzarla con un potente disparo y liquidar la final, si es que hacía falta hacerlo. La cara del francés, como la de Maradona con Pastore antes de encajar la sentencia de Alemania en el Mundial 2010. Culminó el cambio de Welbeck sin convicción, a sabiendas de que la final estaba muerta.
Intentó maquillar el Arsenal, pero el City no estaba para regalos. Otamendi bloqueó todos los intentos que llegaban por la banda de un Walker algo tocado. Tuvo tiempo de volver Gabriel Jesús tras dos meses de lesión. No se movería más el marcador y el pitido final desató la euforia contenida de Guardiola tras conquistar su primer título en Inglaterra y encauzar su doblete y un soñado triplete.
El español fue la cara de una final que terminó de acabar los créditos de Wenger para su propia afición. El Arsenal casi ni compitió en toda la final y al francés se le volvió a escapar la oportunidad de ganar el único título que le falta en Inglaterra.