Igual empieza a ser el momento de plantearse en el Barcelona quién debe tirar los penaltis. La tasa de fallos de Leo Messi empieza a ser preocupante, y ya da igual si los lanza fuera, en casa, en la portería maldita o en la 'buena'.
Todo comenzó cuando Esteban Granero cometió un penalti que sólo mereció discusión por parte de los jugadores del Espanyol, y por los aficionados 'pericos' más cortos de miras.
Su derribo a Sergi Roberto fue claro, y Leo Messi, como es habitual, asumió la responsabilidad de intentar transformar la pena máxima.
Casi sin carrera, disparó ante Diego López, pero el veterano arquero se estiró y se la sacó al argentino de la cepa del poste. Un paradón de los que no se ven a menudo, y que dejó al Barcelona con un palmo de narices.
17 de enero de 2018