Era un partido para sufrir, frío y una encerrona, y se convirtió en la liberación del Athletic, en su versión más arrolladora de la temporada. Siempre señalado y en dudas el equipo de Ziganda, dio un puñetazo sobre la mesa que dejó helado al Spartak de Moscú.
Los rojiblancos necesitaron sólo 45 minutos para resolver los 180. Cuando comienzan las rondas eliminatorias, la precisión va modelando las eliminatorias. Los de Carrera, que comenzaron bastante mejor adaptados al frío y el terreno de juego, hicieron puntos, aunque sólo una ocasión, que abortó con palomita Herrerín.
Aduriz, ya el cuarto mejor anotador de la competición en toda su historia, sólo precisó una bala para dar en el blanco. Da igual que juegue mejor o peor el cuadro rojiblanco mientras Aduriz siga siendo un niño de 37 años. Susaeta le leyó las intenciones en una jugada que tienen memorizada e hizo bueno el hueco a la espalda. El delantero respiró, recortó y definió.
Fue un golazo de un tipo que es a la Europa League casi lo que Cristiano a la Champions. Porque, sin tiempo para asumir el mazazo, Aduriz tiró de oportunismo para remachar una falta de Susaeta que golpeó en la barrera. 0-2 casi sin merecerlo pero con ese arma que hace falta en las competiciones a cara o cruz.
Los moscovitas no reaccionaban, se miraban a los ojos con cara de ganas de descanso para recomponerse. Pero la tormenta no había terminado de descargar. Williams horadó el área y su pase atrás lo aprovechó Mikel Rico en un erial para definir con la izquierda. El castigo fue infierno.
Reanudación expuestos
Ya no existía el partido de vuelta para el Spartak, que debía arriesgar para llegar con algo de aire a San Mamés. Zé Luis aportó más dinamita, aunque fue Luiz Adriano el que recortó distancias con un tiro centrado en buena posición.
El Athletic, eso sí, no dio opción para que se reengancharan al duelo. En un par de latidos, los locales se acercaron a Herrerín, aunque sin agobiar de verdad. En cambio, en un par de contras el escarnio pudo haber sido mayor.
Especialmente incomprensible fue el fallo en el mano a mano de Sabin Merino cuando tenía todo para marcar. Sin embargo, quedó en anécdota. Lo serio ya llevaba la firma de Aduriz, que volvió a sacar el machete para acabar con la maleza y permitir a su equipo seguir avanzando por la selva europea.