Ipurua es un campo difícil, y el Atlético lo vivió en sus carnes. Llovía en el feudo 'armero' cuando los hombres de Simeone saltaron al campo antes de un partido extraño que tuvo transcursos yermos y otros absolutamente emocionantes.
Acostumbrados a la pegada de Diego Costa en estos últimos partidos, la entrada de Gameiro realentizó un poco a los 'colchoneros' en ataque, pero el francés, si algo tiene es gol en los momentos importantes, y lo demostró.
El minutero fue creciendo de la mano de avisos atléticos. Primero Koke y luego Correa pusieron en jaque a Dmitrovic, quien resistió estoico al asedio rojiblanco. Pero no pudo hacer nada el meta 'armero' al toparse con el francés frente a frente. Gameiro aprovechó un regalo de su compatriota Griezmann para colocar el balón dentro de la portería local gracias a un remate sutil por bajo. La 'Doble G', esa asociación francesa que ya suma 17 goles desde la llegada del ex sevillista, volvió a actuar.
Gol de ave fénix
Lejos de venirse abajo por el tanto recibido, el Eibar empezó a apretar. No buscaban excusas, buscaban el empate. Fue ahí cuando Enrich, Inui y compañía fijaron el objetivo en Oblak, que permaneció tranquilo hasta los últimos compases del encuentro.
Hubo poco movimiento en la segunda mitad hasta que llegaron los últimos y frenéticos minutos del partido. Desaprovechó Griezmann el 0-2 en una contra y el Atlético se echó tan atrás que convirtió al Eibar en un hostigador sin nada que perder.
Oblak tuvo mucho trabajo para desarticular dos ocasiones peligrosísimas a menos de cinco minutos del final. Primero salvó ante Inui y luego, ante Orellana (en una jugada polémica en la que el Eibar pidió penalti). Kike también rozó el empate con un cabezazo que casi acarició la madera.
Supo dominar y también sufrir. El Atlético volvió a sumar tres puntos y vuelve a Madrid con una sonrisa después de la derrota de su vecino en el Bernabéu. Por su parte, el Eibar tampoco tiene motivos para irse con la cabeza baja, ya que dejaron ver sobre el campo una de sus mejores versiones.