Casi queda en anécdota que Firmino anotara dos goles, el 4-0 y el 5-0. Lo mejor de Firmino fue su aparición cuando más empujaba la Roma. Estelar el brasileño, el futbolista más inteligente del Liverpool.
Salah tiene la magia, Mané la velocidad, pero Firmino posee el juego, en su cabeza habitan las dimensiones del campo y el peso del balón. De sus botas nacieron casi todas las jugadas de peligro del conjunto 'red'.
Porque, pese a la portentosa exhibición de Salah, tardó en arrancar el Liverpool porque la Roma completó una gran media hora. Los de Di Francesco llegaron a desnortar al equipo 'red', lo metieron en su área y casi anotaron el primero después de un disparo de Kolarov que reventó en el travesaño de Karius.
Pasada esa media hora, Firmino conectó con su centro del campo y le puso el reloj al partido. Fue Firmino quien habilitó a Mané en sus primeras ocasiones y quien dio las dos asistencias a Salah en la primera mitad.
Le puso la guinda a su noche en Anfield rematando en el segundo palo una asistencia del egipcio y enviando a la red de un cabezazo un córner lanzado por Milner. Firmino estuvo en los cuatro goles.
Su aparente descoordinación y falta de velocidad no ocultan la dimensión de futbolista total que es Firmino, pieza indispensable en el engranaje de Jürgen Klopp. Todo gira rápido o lento alrededor de él. El hombre capaz de detener tormentas ajenas y activar las ajenas.