Cierto es que Jupp Heynckes ha sido en los últimos tiempos un talismán para el Bayern de Múnich. El verano técnico fue el que llevó a los alemanes al histórico triplete en la 2012-13, con unas semifinales impecables ante el Barcelona que finalizaron con un agregado de 7-0 para el equipo bávaro. Y ha sabido reconducir el camino de un equipo que en noviembre parecía perdido y que en abril está de nuevo peleando por ser el mejor de Europa cinco años después.
Recuperación de la presente temporada al margen, la espectacular 2012-13 es el recuerdo más inmediato que tenemos del entrenador, que luego dio paso a un Pep Guardiola que no pudo continuar con el dominio del equipo en Europa y que acabó siendo sucedido también sin demasiada suerte por Carlo Ancelotti. Ahora ha vuelto para cerrar el círculo.
Heynckes tiene ante sí la posibilidad de volver a reinar en Europa, pero antes tendrá que librarse del Real Madrid, un viejo conocido al que dirigió y al que ya apartó de la final en la temporada 2011-12. Un curso que no es tan recordado en la carrera de Heynckes y que dejó con la miel en los labios al entrenador en las principales competiciones.
Un año antes del triplete, el equipo bávaro sucumbió ante el Borussia Dortmund en la Bundesliga y tampoco pudo levantar el título ni en la Copa -DFB Pokal- ni en la Champions, donde pese a eliminar al Real Madrid en el Bernabéu en una histórica tanda de penaltis acabó cayendo en casa ante el Chelsea en la final.
Un entrenadorazo con sus lunares y que en el Santiago Bernabéu podrá volver a escribir una página de oro para el Bayern de Múnich o se despedirá por la puerta de atrás de la que parece que será su última Champions.