En sus últimos años como técnico en 'Can Barça', la directiva se desmarcó en cierta medida de aspectos de mercado y a Johan no le quedó más que centrarse en la cantera. Puso su sello a jugadores que crecieron de su mano, pero soñaba con varias estrellas que habrían aupado aún más a un Barça que es leyenda.
Hace ya dos años que se fue, y desde entonces en el cielo se juega más bonito al fútbol. Cruyff dejó un legado y sería injusto plasmar en unas líneas todo el espíritu con el que el balompié se empapó con él en los banquillos. Más que contar lo que fue, es hora de aventurarse en lo que pudo haber sido. A lo que pudo Johan llegar si no hubiera declarado la guerra a la directiva.
El 'Flaco' soñaba con una pequeña revolución, con la llegada de varios diamantes para engarzar al trono de oro en el que convirtió al Barça. Una renovación que comenzaría en la portería y terminaría en la punta de ataque, sin olvidarse de la defensa y convirtiendo el centro del campo en el, posiblemente, mejor de la historia.
Casi no tocar atrás
Reforzar la meta no alcanzó a ser de sus prioridades, pero bien fue sabido que Molina, por aquel entonces en el Atlético, encajaba en sus planes. Era un meta atípico. Adelantado a su época también, como Johan. Su juego de pies era magistral para tratarse de un portero. Hace falta decir poco más de un cancerbero que llegó a jugar de extremo en un choque internacional ante Noruega.
La zaga era la línea que menos hubiera cambiado de haber seguido dirigiendo el banquillo. Quiso a Laurent Blanc, insistió por él y este acabó llegando a la Ciudad Condal, pero después de su destitución. Lo mismo pasó con Luis Enrique, a quien tenía como objetivo para colocarle de carrilero. El asturiano llegó más tarde, pero acabó jugando más arriba gracias a sus dotes ofensivas.
La gran obra que no llegó a ver terminada
La directiva sabía que la línea a reforzar era el centro del campo. El 'fútbol total' que brindaba el Barça de un Cruyff que se impregnó de la esencia de Rinus Michels, el padre de la 'naranja mecánica', se basaba en la magia, el talento y la insistencia de que los centrocampistas disfrutaran, que llevaran el timón del partido.
Con la intención de mejorar la sala de máquinas y convertirla en el cúmulo de astros más brillantes de la constelación con la que soñaba, David Ginola, Rui Costa, Aron Winter y Zinedine Zidane sonaron como refuerzos azulgrana. Estas cuatro estrellas, con especial reverencia a la última, habrían compartido lugar en el campo con Guardiola, Popescu, De La Peña y Luís Figo.
En la parcela ofensiva resonaron constantemente los nombres de Batistuta y Ryan Giggs, que en los inicios de su carrera jugaba como futbolista adelantado. No llegaron, pero el equipo se reforzó de manera espectacular tras la destitución de Cruyff. Ese mismo año, el Barça trajo a España a Ronaldo Nazário y repescó a Stoichkov.
El fútbol es caprichoso y nos dejó una historia que pudo ser y no fue. El hombre que cambió la historia del Barça dejó títulos, sonrisas, pasión y la primera corona europea azulgrana en Barcelona, pero no tuvo tiempo de culminar su proyecto increíble, la última constelación con la que soñó y nunca pudo disfrutar.