Ya no vale el cualquier tiempo pasado fue mejor. Sí, el Milan de Sacchi, la quinta de Shevchenko, Pirlo, Gattuso y el 'Pipo' lo eran. Pero ya no es cuestión de analizar a un club en horas bajas. El equipo que se viste de rojo y negro cada dos semanas en San Siro dejó de ser, hace años, el Milan.
Ante el Benevento se vio sobre el campo en lo que se ha convertido el siete veces campeón de Europa. Jugadores sin alma, sin identidad y, lo más preocupante, sin amor por el escudo que portan en el pecho. Ahí, quizá, y no en tanto cambio de entrenadores, esté la clave.
La infinidad de fichajes que llegaron a San Siro por más de 200 millones sólo han aumentado el número de integrantes de la plantilla, pero no de jugadores del Milan, de hombres que luchen por y para el club. Todavía queda mucho para volver a ver eso en el conjunto 'rossonero'.
El partido ante el que llamaban durante las últimas semanas el 'peor equipo de Europa', estuvo medianamente parejo en casi todo momento. Bonaventura empezó adelantando al Milan en el estreno de Gattuso en el banquillo. Puscas igualó la contienda al inicio de la segunda mitad y Kalinic puso el 1-2 que parecía definitivo.
Pero este Milan no tenía una manera posible de caer sin empeorar aún más su imagen en Italia y Europa. El Benevento consiguió el empate con un remate de cabeza de su portero a balón parado en el minuto 94. Con ese punto que al humilde equipo italiano sólo le supuso una alegría y un empuje moral, el Milan abandonó cabizbajo el terreno de juego. Fuera de territorio europeo y a 17 puntos del líder Nápoles, parece que al equipo lombardo le queda mucho camino que andar para volver a ser el verdadero Milan.