El nuevo año debía de ser el de la reaparición y acoplamiento del extremo francés a la engrasada máquina del Barcelona. Tras pasar por el quirófano en el mes de octubre y tres meses de recuperación, enero estaba marcado en el calendario como el del 'despegue' de Ousmane.
Una rotura de fibras es la lesión que sufre esta vez el francés. No es tan grave como la sufrida en el mes de octubre, pero supone un nuevo revés para jugador, técnico y equipo. Como siempre, las causas de una lesión son varias y se entrelazan.
Cuando tras confirmarse la rotura del tendón del bíceps femoral de la pierna izquierda ya se hablaba de que era posible reducir el tiempo de recuperación y de vuelta a los terrenos de juego en casi un mes, nadie pensó en las posibles consecuencias de dicha reducción.
Aunque por el tipo de lesión, la intervención quirúrgica y la rehabilitación, el tiempo de baja recomendado era entre cuatro y cinco meses, en el fútbol moderno muchas veces intentan acortar los plazos. Y mucho más cuando un futbolista ha costado 145 millones de euros.
Ahora se empieza a hablar de la fragilidad muscular del francés y de si es, o no, un futbolista de cristal, cuando lo que es casi seguro, como en otros muchos casos en el deporte de élite, es que no se respetaron los plazos recomendados para una lesión de tal gravedad y se forzó su reaparición.
La responsabilidad de esta situación es, seguramente, compartida. La presión que siente el futbolista por cumplir con las expectativas, la enorme competencia en una plantilla como la del Barça y las presiones de distintos ámbitos de los clubes por la inversión realizada desencadenan estas situaciones.
El técnico del equipo blaugrana comentó en rueda de prensa que no era su intención arriesgar con el francés. Sin embargo, es inevitable pensar que exista relación entre la rotura de fibras del músculo semitendinoso y una deficiente recuperación de la anterior lesión.
Ya sea por miedo por parte del futbolista a realizar ciertos gestos para evitar la recaída, es decir, falta de confianza, o por descompensaciones musculares en la rehabilitación de la lesión que puede derivar en otras lesiones, lo cierto es que las prisas nunca son buenas consejeras.
Por el tiempo de recuperación de la rotura fibrilar que ha facilitado el Barça es fácil suponer que se trata de una rotura de grado II. No debería suponer más de un mes de inactividad, pero, inmerso en la vorágine del fútbol, se corre el riesgo de cometer los mismos errores y convertir la lesión en crónica.