Hoy en día es defensa, pero cuando daba sus primeros pasos en el fútbol, Yerry Mina quería ser portero. Algo lógico teniendo en cuenta que su tío y su padre fueron cancerberos profesionales. Mina lo intentó, pero el arco no estaba diseñado para él.
"Mi tío, que era entrenador del equipo de mi pueblo, comenzó poniéndome de portero. Me hizo mucha ilusión e incluso mi padre me compró unos guantes, pero encajé ocho goles en el primer partido y decidieron quitarme. Lloré mucho, pero no me ha ido mal", repasó el colombiano para 'Benvingut', programa de 'BarçaTv'.
El central espera que llegue el documento que le permita debutar con el Barcelona, después de llegar entre bailes y sonrisas. Se le ha visto adaptado desde el primer minuto, consciente de que este es el sueño que tenía en mente mientras sufría una complicada infancia.
"Recuerdo que con mis amigos jugábamos descalzos, con un balón pelado y nos jugábamos la gaseosa", detalló Mina, que no pudo obviar la importancia de su familia: "Todo lo que tengo se lo debo a ellos, mis padres hicieron todo para que pudiera cumplir mi sueño. Mi mamá tenía que trabajar de noche para que mi hermano y yo pudiéramos salir adelante".