Rusia jugaba contra Brasil, en Moscú, su primera prueba de fuego de cara a su Mundial. Y cayó con cierto estrépito. Aunque le aguantó medianamente bien la primera parte a la 'Canarinha', terminó claudicando por 0-3.
El problema no fue ese. El problema fue que Roman Neustädter y Konstantin Rausch fueron 'cazados' de fiesta tras la derrota, en la que ninguno de ellos participó.
La Federación Rusa (la de fútbol, no el país, claro) les sancionó con una multa, y emitió un comunicado en el que ambos mostraban su arrepentimiento y prometían no volver a cometer estos errores.
Pero sus nombres ya han quedado 'manchados', y este desliz podría costarles formar parte de la lista definitiva que integrará el combinado ruso en su Mundial.
Ambos nacieron en la Unión Soviética, uno en lo que hoy es Rusia (Rausch) y el otro en la actual Ucrania. Y como su familia es de ascendencia alemana, en cuando cayó la Unión y las Alemania se reunificaron, emigraron.
En Alemania crecieron como futbolistas, y llegaron a formar parte de los combinados nacionales de la 'Mannschaft' hasta la Sub 21, pero nunca llegaron a dar el salto a la absoluta (Neustädter jugó dos amistosos con ella, pero nunca un partido oficial).
No dieron la talla para Alemania, pero sí para Rusia, cuya Federación se procuró nacionalizarles. Ambos tenían, o pudieron pedir sin problemas, la nacionalidad rusa, y se convirtieron en los 'alemanes' del combinado euroasiático.
Son dos particularidades en el complejo mundo de los nacionalizados. Porque no son muchos los jugadores internacionales por su país de nacimiento que hayan sido internacionales en las inferiores de otro.