Valdés compartió en sus redes una imagen el pasado 1 de enero con la siguiente leyenda: "Gracias por todo". La foto era de un horizonte y un atardecer. Una luz que se apaga. "No me gusta la fama. Un día se apagará la luz y yo estaré con mis hijos. Cuando se apague, espero que no me encuentren. O, al menos, que sea muy difícil encontrarme", dijo en 2015. Tras su escueto último agradecimiento, borró todas las imágenes y mensajes de sus redes sociales.
El de L'Hospitalet cumple este enero 36 años. En marzo de 2014, en uno de los mejores momentos de su carrera, se lesionó de gravedad en la rodilla derecha y nada fue igual para este guardameta felino, introvertido, guardián del mejor Barça de siempre.
Valdés, en declaraciones a 'El País', llegó a decir que se esperaba sufrir esta lesión y que, en el suelo dolorido, escuchó una voz que le decía: "Tranquilo. Todo se acabó. Ya no sufrirás más".
Porque para el que fuera uno de los guardametas más exitosos del fútbol moderno ponerse los guantes fue un tormento, especialmente durante su juventud: "Durante la semana me invadía un único pensamiento: que el partido no llegara nunca. Me comenzó a invadir una enorme deriva hacia la tristeza, que a ratos era de desesperación".
Un portero que no quería ser portero, pese a sus condiciones innatas: "Lo que me gustaba era meter goles y que me abrazaran. Pero me los metían y me levantaba solo a buscar la pelota". Cómo conseguir liberarse de esta presión lo explicó en un libro, 'Método VV'. "Si naciera otra vez, no sería portero", sentenció.
Sobre su maldita lesión, la que truncó su pase al Mónaco y que le impidió rendir en el United aunque no en el Standard de Lieja y Middlesbrough, sus últimos clubes, señala: "Sabía que me iba a romper la rodilla, no sabía cuándo, pero sabía que me iba todo demasiado bien y que me rompería". Tiene tatuado "mi destino está escrito" en uno de sus brazos.
Ganó Ligas, Champions, Mundial, Eurocopa... Su historial es envidiable y fue parte fundamental de aquellos Barça de Frank Rijkaard y de Pep Guardiola. Para el recuerdo, su exhibición ante Thierry Henry que fue clave para que el conjunto azulgrana levantara la Champions de 2006 ante el Arsenal.
"Soy derrotista, pienso en lo peor, que todo irá mal y así me aíslo de las expectativas de los demás. Si no esperan nada no tengo nada que darles. Me siento mejor en el pesimismo. No me gusta que me feliciten. Soy un solitario, no pido ayuda, me lo como solo y me lo echo a la espalda", reveló.
Valdés se marchó a recuperarse a Alemania y ni siquiera se despidió de la afición ni del club, aunque sí de sus compañeros. "Por culpa de mi carácter: me aparté y me fui. La gente seguramente esperaba mucho más de alguien como yo. Seguramente me recrimino ciertas actitudes de este tipo de mi persona", lamentó.
El ex portero llegó a declarar que volver a ser un ciudadano más, tomar el tranvía, pagar el transporte público o ser prácticamente un desconocido en la barra de bar fueron lecciones de humildad que necesitaba para mejorar como persona.
¿Su futuro? Montó una productora, aunque su futuro es toda una incógnita tras su extraño adiós. Se despide un jugador diferente.