En el día de los enamorados, el Liverpool se reencontró con su vieja amante. Cinco romances tuvieron los 'reds' con la 'orejona' pero esta resultaba esquiva en los últimos años. Ahora, con la total implementación del 'sistema Klopp', ha vuelto a surgir el amor.
La gran cita de un equipo que llevaba años deseando volver a un escenario así se dio, para los que crean en el destino, el 14 de febrero. Klopp la afrontó confiando en su equipo de gala. Sólo faltó Can, pero le sustituyó un Milner muy a la altura de las circustancias. Aunque, faltara lo que le faltara al Liverpool, allí estaban arriba, con ganas de bailar, Mané, Firmino y Salah.
Cuando hay tres jugadores cuyos nombres son sinónimos de gol arriba, se espera alegría. El primer cuarto de hora de partido les coartó. Una lluvia incesante y la presión del Oporto en su único tramo bueno del partido sirvieron para paliar el hambre goleador del Liverpool, pero el inicio sólo fue el calentamiento.
Cuatro minutos mágicos y vals
La magia del histórico equipo de Merseyside emergió de golpe. Klopp se veía tranquilo en la banda porque sabía lo que se veía. En cuanto comenzaron a asociarse los tres genios de arriba, Mané frotó la lámpara y se inauguró el marcador.
El senegalés fue el primero en bailar. Con un disparo poco peligroso, puso el 0-1 gracias a un José Sá con manos de mantequilla. Cuatro minutos después, Salah, con un golazo tras aprovechar un balón escupido por la madera a disparo de un Milner omnipresente. Con 0-2, comenzó el vals. Movimientos estudiados de balón, calma y posesiones largas de los 'reds'.
Segundo tiempo de rock and roll
De la calma, al ritmo incesante. No sirvieron de nada los cambios del Oporto. Tirando de redundancia, nada le sirvió de nada al Oporto ante un Liverpool con el ritmo en la sangre.
Con tres guitarras eléctricas arriba y Wijnaldum y Milner a la batería, llegó el rock and roll. El juego de bandas Alexasnder-Arnold y Robertson minó toda la resistencia física de la delicada defensa portuguesa y el tridente tuvo tiempo y ganas de divertirse.
Primero Mané, a la contra, previa asociación de los tres rockeros, llevó al Liverpool a dejar casi sentenciado el choque con el 0-3. Luego fue Firmino, que no quiso perderse la fiesta, con una gran definición desde la frontal. Y para delicia de los 'supporters' del Liverpool que viajaron hasta Portugal, Mané se llevó el balón a su casa con el quinto gol del partido.
Ya se escuchan los fuegos artificiales en Anfield. El partido de vuelta será una fiesta y parece totalmente imposible que el Liverpool no vuelva a estar en cuartos de final. En el lugar que se merece. En el lugar en el que estamos acostumbrados a verlo.